¿Qué motiva a los seres humanos a decorar su cuerpo con tatuajes? Todo apunta a que es una cuestión de creación de identidad.
Hay tatuajes que marcan identidades de grupo típicas – marineros, soldados, prisioneros, pandillas, motociclistas, o afiliación con una persona o evento. Pero incluso en los que un adolescente se hace por presión social hay un afán primordial de pertenencia y otros lo hacen porque quieren establecer un mensaje y desean registrarlo obre su piel. Después de todo, para emitir una opinión, podemos hacerlo no sólo en nuestro universo discursivo sino en el propio cuerpo – una forma adicional de discurso en sí mismo si lo piensan.
El cuerpo humano es un avatar del deseo y el placer, de la salud física y mental, de nuestra visión del mundo incluso. Tenemos lo típico: queremos estar en forma, mantener la línea, nos gustaría que nuestro tono de piel fuera un poco más oscura o un poco más clara, o que nuestro cabello se estilara de otra manera. Muchas personas se sienten incómodas con el sexo que les fue dado por la biología y moldean su identidad de género de forma libre. El cuerpo también resulta siendo un objeto de juicio: nos gusta, nos excita, nos repele, nos conduce a confirmar nuestra visión sobre estereotipos raciales.
Pero más allá de un superficial disgusto con lo que nos fue dado por la madre naturaleza, estamos hablando de un cuerpo que cadda vez comprendemos más desde la óptica de un proyecto en curso. Todos podemos escoger cómo darle forma y, en tácito rechazo de las concepciones del cuerpo como templo o como vehículo pasajero para un alma que lo trasciende, escogemos re-crearlo y adaptarlo como un conducto expresivo de la identidad que queremos.
El arte corporal, del cual los tatuajes son la forma más popular pero no la única, representa esa transición que nuestra sociedad ha vivido del cuerpo como contexto, a una concepción del cuerpo como el mismo texto de nuestra comunicación. Podemos escribir con él. Crear una historia o un arquetipo. Es como el disfraz que se coloca un artista para interpretar su papel sobre las tablas en una obra de teatro.
Además, el propio proceso tiene una estética y un conocimiento más allá de la buena mano del artista que se ven involucrados. Basta ver este video para comprobarlo y quizá convencerse de ir a hacer su cita de una buena vez por todas y finalmente estamparse el diseño que tienen bajo la almohada. PERIODISMO.COM
Hay tatuajes que marcan identidades de grupo típicas – marineros, soldados, prisioneros, pandillas, motociclistas, o afiliación con una persona o evento. Pero incluso en los que un adolescente se hace por presión social hay un afán primordial de pertenencia y otros lo hacen porque quieren establecer un mensaje y desean registrarlo obre su piel. Después de todo, para emitir una opinión, podemos hacerlo no sólo en nuestro universo discursivo sino en el propio cuerpo – una forma adicional de discurso en sí mismo si lo piensan.
El cuerpo humano es un avatar del deseo y el placer, de la salud física y mental, de nuestra visión del mundo incluso. Tenemos lo típico: queremos estar en forma, mantener la línea, nos gustaría que nuestro tono de piel fuera un poco más oscura o un poco más clara, o que nuestro cabello se estilara de otra manera. Muchas personas se sienten incómodas con el sexo que les fue dado por la biología y moldean su identidad de género de forma libre. El cuerpo también resulta siendo un objeto de juicio: nos gusta, nos excita, nos repele, nos conduce a confirmar nuestra visión sobre estereotipos raciales.
Pero más allá de un superficial disgusto con lo que nos fue dado por la madre naturaleza, estamos hablando de un cuerpo que cadda vez comprendemos más desde la óptica de un proyecto en curso. Todos podemos escoger cómo darle forma y, en tácito rechazo de las concepciones del cuerpo como templo o como vehículo pasajero para un alma que lo trasciende, escogemos re-crearlo y adaptarlo como un conducto expresivo de la identidad que queremos.
El arte corporal, del cual los tatuajes son la forma más popular pero no la única, representa esa transición que nuestra sociedad ha vivido del cuerpo como contexto, a una concepción del cuerpo como el mismo texto de nuestra comunicación. Podemos escribir con él. Crear una historia o un arquetipo. Es como el disfraz que se coloca un artista para interpretar su papel sobre las tablas en una obra de teatro.
Además, el propio proceso tiene una estética y un conocimiento más allá de la buena mano del artista que se ven involucrados. Basta ver este video para comprobarlo y quizá convencerse de ir a hacer su cita de una buena vez por todas y finalmente estamparse el diseño que tienen bajo la almohada. PERIODISMO.COM
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